* Con siete coronas mundiales, dos subcampeonatos y 155 podiums, el alemán es considerado como uno de los mejores pilotos de la historia, un auténtico kaiser del deporte motor.
Rolf Schumacher era el empleado del kartódromo local. Juntó piezas de karts descompuestos y pudo fabricar uno para su hijo mayor. Aprovechaba los días de lluvia, en los cuales había pocos o ningún piloto en pista para que el primogénito lo probara y mejorara sus habilidades.
Así fue como Michael Schumacher tuvo sus primeros entrenamientos en piso mojado, y lo que a la postre le convertiría en uno de los ‘rainmasters’ (maestros de la lluvia) de la historia del automovilismo mundial.
El talento de Michael, un siete veces campeón del mundo de Formula 1 y poseedor de múltiples récords (muchos aún vigentes), comenzó siendo un niño. Para obtener una licencia de kartista en su natal Alemania, debía contar con al menos 14 años, por lo que viajó a Luxenburgo, donde se podía tramitar a los 12, y fue entonces que pudo tomar parte de los campeonatos europeos.
‘Schuey’ comenzó a destacar del resto de jovencitos y ganó el Campeonato Alemán Junior de Karts de 1984, con 15 años, y tres temporadas después ya era el monarca alemán y europeo. Al siguiente año (1988) debutó en el automovilismo al participar en la Formula Ford Alemana y en la Formula König. Su dominio en pista le colocó en la mirada de Willi Webber, quien le dio un asiento en su equipo de Formula 3 para la campaña de 1989.
Al año siguiente mostró su valía en los monoplazas al ganar el campeonato de F3 Alemana así como el prestigioso Gran Premio de Macau, una especie de mundial de la categoría, sobre el finlandés Mika Häkkinen.
Su talento le llevó a “saltarse” la Formula 3000, un paso que estaba de moda entre los jóvenes que aspiraban a la Formula 1, y se enroló en 1990 al programa junior de Mercedes-Benz, fábrica que le colocó en el equipo Sauber-Mercedes del World Sportscar Championship (el mundial de autos prototipos, antecesor del WEC).
La primera victoria de Schumi con las flechas plateadas se dio en el Autódromo Hermanos Rodríguez de la capital mexicana, en el Sauber-Mercedes C11, para terminar quinto en el campeonato anual de 1989.
Michael continuó la suma de podiums y experiencia en 1991 y en el inicio de 1992, hasta que recibió la oportunidad de manejar en el Gran Premio de Bélgica de Formula 1 para Jordan, luego de que Bertrand Gachot tuvo un gran problema en Londres, Inglaterra, que le impidió viajar.
Schumacher sorprendió al mundo al calificar en séptimo en el imponente Spa-Francorchamps y lastimosamente se retiró en la primera vuelta, debido a problemas con el clutch. Pero la demostración estaba hecha y Schumacher ya se colocaba en la parrilla de la Formula 1.
Para la siguiente carrera fue firmado por el equipo Benetton. En su segunda carrera con la escudería consiguió terminar delante de su coequipero y ya tres veces campeón mundial Nelson Piquet.
Su primer podium se dio en 1992, al demostrar que ya existía un amorío con la pista: el Autódromo Hermanos Rodríguez. Schumacher fue tercero en el Gran Premio de México en el Benetton B192 y su primer triunfo se dio en el Gran Premio de Bélgica… de nuevo Spa. Su brillante temporada finalizó con el tercer lugar general.
Siguió en el equipo, aprovechó los adelantos técnicos y en 1994 consiguió su primer título mundial, luego de ocho victorias. El bicampeonato llegó rápido, al año siguiente, luego de una campaña de ensueño, con nueve triunfos.
En 1996 consiguió el que es el mayor sueño para muchos de los volantes de la serie, convertirse en piloto de Ferrari, donde encontró un equipo fracturado, pero gracias a su liderazgo logró transformarlo en una escudería -de nueva cuenta- vencedora.
En su primer año con la Scuderia tuvo tres triunfos y se ubicó tercero en el campeonato. Al año siguiente peleó el título y se presentó el pasaje más negro de su carrera. Schuey realizó una maniobra antideportiva y golpeó a su rival a la corona Jacques Villeneuve (Williams) para sacarlo de competencia. Sin embargo su plan no funcionó y quien quedó varado en la arena fue el alemán, quien además fue descalificado del campeonato.
Para 1998, con el peso de la decisión a cuestas, finalizó como subcampeón.
El primer título con Ferrari se dio hasta 2000, cuando consiguió nueve triunfos y nueve pole positions. Fue entonces que se desató un dominio aplastante de parte del ‘kaiser’, así como de Ferrari. Schumacher sumaba triunfos… ¡coleccionaba triunfos! Así llegaron a cinco campeonatos mundiales de pilotos consecutivos… de 2000 a 2004 no había más favorito que el alemán.
Sus dos siguientes temporadas fueron muy competitivas, terminando en tercero y segundo, respectivamente. En total, fueron 71 victorias con el equipo italiano, y fue entonces que decidió poner fin a su paso en la Formula 1. Schumacher decía adiós a la serie que dominó con los ojos cerrados…
Le siguieron años con la familia, en carreras de motociclismo y actividades alejadas de los reflectores. Sin embargo había una llama en su interior que no se había apagado, y escuchando el llamado de su ingeniero y amigo Ross Brawn, regresó a la serie en 2010, con el naciente Mercedes GP Petronas F1 Team.
Michael desarrolló el auto por tres temporadas y aunque sólo obtuvo un podium (GP Europa 2012) demostró que contaba con el talento para competir, y lo más importante, para construir un equipo ganador.
Tristemente no pudo estar en pits cuando Mercedes levantó el primero de sus títulos de constructores y pilotos, pero en el equipo plateado siempre le tendrá como una de las claves que les llevaron al éxito.
Tras su adiós al término de 2012 Michael Schumacher dejó espectaculares números. Participó en 308 Grandes Premios durante 19 temporadas. Consiguió 77 vueltas rápidas, 68 pole positions y 155 podiums, incluyendo 91 triunfos.
Algunas de las cifras más sobresalientes son 22 ‘hat tricks’, 5 Grand Slams, 1,566 puntos y 5,111 vueltas como líder. Este legado le coloca como uno de los mejores pilotos de todos los tiempos… para muchos expertos, es el mejor.
Lo que es innegable, es que se convirtió en el Kaiser de la Formula 1.