Con 2,240 metros sobre el nivel del mar, el Autódromo Hermanos Rodríguez es el más alto en el calendario de la Formula 1, lo que disminuye la potencia habitual de los motores.
La larga recta del Autódromo Hermanos Rodríguez y sus 17 curvas no son los únicos retos a los cuales se enfrentan los ingenieros y pilotos de la Formula 1 durante el Gran Premio mexicano. El mayor obstáculo es uno invisible, pero que afecta directamente a la potencia y agarre de los autos: la altura sobre el nivel del mar.
El Autódromo de la Magdalena Mixhuca es el más alto del calendario, con una altura de 2,240 metros sobre el nivel del mar, más del doble que su siguiente competidor, Brasil, que tiene 765 metros. No hablemos de Mónaco, Miami o de Australia, que están a unos cuantos metros de la playa, y no entran en esta ecuación.

El que Ciudad de México se encuentre a más de dos kilómetros del nivel del mar golpea físicamente a los monoplazas y afecta su desempeño. Y es que a mayor altitud, menor densidad del aire, lo que se traduce en menos oxígeno para tener una perfecta combustión en los motores.
Todos los motores de combustión necesitan de oxigeno, que al mezclarse con el combustible, crean una explosión que mueve los pistones, bandas, y finalmente las ruedas. Pero, con un aire tan ligero como el de la Ciudad de México se disminuye esa fuerza de explosión.

Se dice que por cada 100 metros de altura, se pierde el 1% de potencia… es decir, en Ciudad de México se compromente un 20% de potencia.
Pero no es la única variable que se altera debido a la altura. La baja densidad del aire provoca menos fuerza descendente sobre los autos, es decir, “no hay peso” que los empuje hacia el asfalto.
La presión atmosférica de la Ciudad de México es de 780 hPa, mucho menor que en la playa (1000 hPa), entonces, la cantidad de aire que pasa por los alerones y los difusores es menor, y casi no afecta al monoplaza, por lo que tienen que usar alerones más grandes, que alteran la inercia ideal del vehículo, todo un reto.
Como el aire de la ciudad es muy “ligero”, el auto no tiene que abrirse el paso con tanta fuerza, por lo que conseguimos velocidades superiores a los 350 km/h al final de la larga recta. El problema viene en las curvas, donde no hay presión descendente para tener agarre.

Por ello, los ingenieros dotan de alerones más grandes y complejos a sus autos, lo que contrarresta la poca carga en curvas y ayuda a que el auto de vuelta, pero, se convierte en un “paracaídas” en la recta, pues puede frenar la ya mermada potencia.
Y así como la potencia del motor se ve afecta un 22%, la carga aerodinámica también se disminuye más del 20%. Es decir: tenemos un cuarto menos de potencia y de downforce.
¿Qué hacen los equipos para no afectarse tanto? La reglamentación de la Formula 1 permite motores turbo, lo cual “empuja” aire adicional al motor, y los equipos pueden colocar alas más grandes sin penalización, pese a ello, el rendimiento no es comparable con el que tenemos en pistas como Albert Park o Mónaco.
México se convierte en una aduana complicada para los ingenieros, pues el aire poco denso también afecta a los sistemas de refrigeración. Poco aire en los ductos provoca que aumenten las temperaturas, por lo que tienen que abrir las entradas de aire al máximo, comprometiendo la aerodinámica.
Así, el FORMULA 1 GRAN PREMIO DE LA CIUDAD DE MÉXICO 2025 presentado por Heineken es más que una prueba de habilidad para los pilotos, sino para los ingenieros y equipos. Encontrar la puesta a punto ideal debe combinarse con los alerones adecuados y las entradas de aire precisas. El equipo que lo consiga más rápido, podrá pelear por la pole position, y por los puntos.