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Nostalgia de papá

15 Junio 2016  12:08 PM

En el automovilismo de competición de alta gama, como en la FORMULA 1®, los considerados más grandes de siempre, no tuvieron un padre corredor y por lo tanto a una imagen sobre la que perder la cara o tener que superar. Juan Manuel Fangio (quien empezó en 1950 en la F1), Jim Clark (en 1960), Jochen Rindt (en 1964), Jackie Stewart (en 1965), Emerson Fittipaldi (en 1970), Alain Prost (en 1980), Ayrton Senna (en 1984), Michael Schumacher (en 1991), Sebastian Vettel (en 2007), o Lewis Hamilton (quien inició en 2006): no se vieron en la necesidad de tener que aniquilar una sombra paterna en la misma disciplina o en un oficio parecido, para ser un personaje a plenitud.

De otros grandes y famosos no se puede decir lo mismo. Para Alberto Ascari quien arrancó su camino en 1950 y se coronó como campeón mundial en 1952 y 1953 para matarse en Monza en 1955, las cosas fueron bien diferentes. El padre de Ascari, escribió antes su propia leyenda al volante, don Antonio participó en los Grandes Premios de la pre-historia y escribió páginas de oro en el deporte italiano; se mató en 1926 en el GP de Francia. Alberto tenía diez años y tomó como ruta vital, el mismo sendero.

Otra suerte muy diversa corrieron los ingleses Graham Hill y su hijo Damon. Papá Hill, se hizo del cetro mundial en 1962 y 1968. Cerró a tambor batiente con el Grand Slam, ya que ganó también las 500 Millas de Indiánapolis (en 1966) y asimismo las 24 Horas de Le Mans (1972) para morir en su avioneta en 1975. Damon tenía 15 años y aunque empezó muy tarde en la FORMULA 1®, (hasta 1992) llegó a campeón del mundo con un Williams-Renault maravilloso, el FW-18, en el año de 1996.

En ese mismo auto, pero con el modelo FW-19 de un año posterior, también fue monarca del orbe Jacques Villeneuve, que había empezado en la F1, apenas en el año previo. Su padre Gilles, ha sido uno de los pilotos más venerados de siempre. Papá Villeneuve, se mató en Zolder Bélgica, en 1982, cuando Jacques contaba apenas los once años de edad.

Los Andretti que son una gran institución en las carreras de autos en los Estados Unidos, también dejaron su impronta en la F 1, Mario –el papá– fue el segundo campeón norteamericano con Lotus en 1978. Michael su descendiente, tuvo un paso fugaz y sin resultados que contar; luego de 13 carreras con McLaren, logró un podio y siete puntos haciendo el dúo con Ayrton Senna en 1993. Nunca se sintió a gusto en La Carpa.

Más parejas formada por padres e hijos han pasado por la FORMULA 1®. El caso de Jack Brabham es notable, porque casi toda su descendencia probó hacerlo aunque no lo logró algo espectacular, están anotados David y Gary; y no tardan los nietos en llegar a probarse, por lo que se sabe.

Una época como la del presente es difícil de volver a encontrar con los: Rosberg, los Palmer, los Magnussen y los Verstappen en liza.

Keke Rosberg y Nico son una familia singular. Papá R., fue campeón con una sola carrera ganada a bordo de un Williams en 1982 (el FW-08, con impulsor de Ford Cosworth) ha sido uno de los torneos más desangelados de la historia su única victoria fue en el GP de Suiza disputado en Dijon-Prenois; de hecho, después de tomar 114 largadas nada más obtuvo, cinco victorias. Nico no se ha distinguido por ser terriblemente productivo, por decirlo lo más suavemente, llega a 191 largadas hasta el GP de Mónaco de 2016 y se ha embolsado apenas 18 victorias, para un porcentaje del 9.42, que es bajo. Lo interesante ha sido, que al inicio de su andadura Nico tenía como manager a Keke, hasta que le dio las gracias. Era mucha la presión y poca la comprensión. Se han vuelto a hacer amigos, pero salvando muy claramente las distancias.

Todo lo contrario a lo que ocurre con los daneses, Magnussen. Jan, que dio inicios en 1995 con 25 carreras y apenas un punto recogido, esta cerca de Kevin; quien debutó en 2014 y ya tiene recogidas 61 anotaciones. 55 puntos con McLaren y seis con Renault, escudería en la que trabaja ahora.

Los Verstappen, de Holanda, también hacen un tándem eficaz. Jos, desde 1994 hasta 2003, recogió 17 unidades y cobró mucha experiencia. Tanta, que hizo debutar a su hijo Max como el piloto más precoz de siempre. Ya tiene 25 largadas, 87 puntos y una victoria al servicio de Red Bull, con apenas 18 años cumplidos en el mes de septiembre previo.

Los Palmer, son ingleses de pura cepa. Jonathan arrancó en 1983 y dejó una hoja de servicios con 14 puntos. Joylon el junior, está inscrito desde el año anterior, como reserva, apenas llega a cinco GP en esta temporada, ya que en Baréin no tomó la largada por una falla de su Renault y todavía no logra una cosecha de puntos. Pero se le han visto algunas cosas prometedoras. Ya se verá si las cuaja.

Pero no todas las historias de padre e hijo han tenido un final color de rosa.

Nelson Piquet fue un gran campeón en los años de 1981, 1983 y 1987. En cambio Nelsinho, quedó mal y dejó mucho de que hablar negativamente, al prestarse para aquel famoso affair Singapur, en el que estrelló su auto contra el muro, para permitir que ganara la carrera Fernando Alonso, en 2008. A la postre, terminaron la campaña con el español como el quinto en el Standing y el brasileño 12º, pero costó la expulsión de varios mandos en el equipo Renault de entonces y a unos años la despedida de Renault de El Circo por más de cuatro campañas.

Esto es que a la historia de los linajes en la FORMULA 1®, todavía le faltan muchos capítulos por escribirse. El más prometedor en el corto plazo parece el de los Verstappen.

Es cuestión de tiempo.