Daniel Ricciardo de Red Bull vuelve al podio en Texas. Sebastian Vettel de Ferrari, es el cuarto a la llegada donde los esperaba la bandera de ajedrez. Fernando Alonso con un McLaren impensable para tal proeza, arriba, enseguida de ellos.

Sergio Pérez queda en octavo sitio cosechando cuatro puntos muy valiosos, ya que obvia a que su equipo, Force India, se mantenga en el muy honorable quinto lugar del campeonato por equipos. Pero a la postre, en Austin, se ha perpetrado otro uno-dos de la fuerza invencible del soberbio equipo Mercedes. Primero, ha sido el campeón en funciones, segundo el vice campeón. Ellos dos son los de la gresca que vale la pena ¿Por qué?

Porque había una posibilidad entre muchas de que el desenlace del torneo se precipitara desde esta decimoctava carrera de la temporada. Nada más se requería que Nico Rosberg ganara y de que Lewis Hamilton quedara por detrás, por decir: de menos, como el tercero a la llegada.

Y no ocurrió.

En particular, por la enorme vergüenza profesional que tiene el piloto inglés; aunque desde ya, que también ha influido su carácter tan bien templado y una enorme habilidad al pilotar. Lo que es cosa vista y probada.

En segundo término, porque el alemán no jugó ningún albur fulminante. Él es cerebral y bien educado: un golpe buscando el todo o la nada, no va con sus maneras.

Calculadora en mano, Rosberg sabe que con puros segundos lugares que obtenga en las tres pruebas que faltan, se va a coronar. La apuesta de Hamilton está más cuesta arriba, debe de ganar tres veces más y que en una de ellas, Nico, caiga redondito.

Ya podrá pasar lo que sea en las carreras que vienen, que quedará como cosa de segunda importancia.

Lo que interesa es, que ondule el humo blanco y se desvele quien será el campeón de 2016. La mano, la tiene el germánico porque la aritmética lo favorece. Pero la diosa fortuna es caprichuda y también esta jugando su partida. El británico no está falto de méritos para volverse a coronar. El de Wies Baden lo merecería, si es que hay una justicia elemental.

Es pues, la afición, quien sale triunfando.

La colita del Torneo Mundial de Formula 1 de esta temporada, todavía se menea.

Ciudad de México puede ser el lugar donde se disipe el misterio. Por eso es, que nadie debe de ausentarse de las tribunas del Autódromo Hermanos Rodríguez dentro de ocho días.

Por si fuera poco, se trata de vivir la F1ESTA de la fiestas. Sólo que, a grandísima velocidad.

Ahí estaremos con los dedos cruzados y que gane el mejor ¡Usted!

Fotos: Sutton Images.